lunes, 4 de marzo de 2019

The age of the lies

Vivimos en la era de la mentira. La verdad no es ya un valor respetado. Da lo mismo. Cualquiera puede decir cualquier cosa, porque, total la gente le va a creer. A todos los niveles. Desde el político que miente descaradamente para conseguir votos, hasta en la vida diaria y asociativa.

Tenemos por un lado, el que escribe una cosa... luego se da cuenta de la tontería que era, y dice que no lo ha escrito. Pero así, con todo el morro, sin borrarlo siquiera. Total, qué mas dá. Su público le va a creer igualmente.

Tenemos por otro lado al que cuenta todas las mentiras que le da la gana, pero cuando le das datos que demuestran lo contrario, te afea hasta que le hables.

Caso aparte es el que te insulta cuando le demuestras que miente. Pero vamos, que aunque sea caso aparte, también existe.

Y el que más me ha "gustado" últimamente, el que me ha intentado convencer a mi de que ago que me ha pasado a mi mismo, no ha sucedido nunca. Y cuando le dices 'oye, que yo estaba allí', te dice que te mueves por intereses ocultos...

Pues no, no me muevo por intereses ocultos. Pero no soporto las injusticias. Llevo muy mal las mentiras. Y, peor aun, las mentiras que se lanzan con jeta. Sabiendo que es falso, sabiemdo que cualquiera con dos dedos de frente puede desmontarlo... pero aun así lanzándolo, porque una mentira repetida mil veces no se cnovierte en verdad... pero hará que mucha gente la crea, que es casi lo mismo.

Hace ya muchos años (¿15, tal vez?), un amigo me invitaba a meterme en política. Que tenía la capacidad, la honradez, y la buena intención necesaria para ser un buen gestor, me decía. Y, aunque tuviera razón, no soy capaz. No fui capaz entonces y no sería capaz ahora. Porque, por muy buen gestor, muy honrado, o muy bienintencionado que se sea, en política siempre va a haber un rival que te va a acusar, te va a difamar, va a lanza bulos y soflamas para arrancarte un voto. Y esas mentiras, no soy capaz de soportarlas. Ni entonces ni ahora.

Porque, además, es muy cansado. Mucho. Siempre he tenido mucha paciencia, pero no sé si es la edad o el desgaste, se me está acabando. Tanta gente con tanta jeta, tantas mentiras que desmontar, tantos capullos que además viven muchísimo más felices en la mentira que les mola... es tremendamente cansado. Supongo que los jetas lo saben, saben que al final nos vamos a cansar, y así conseguirán sus objetivos con más tranquilidad. Y creo que eso es, exactamente, lo que me ha cabreado tanto como para ponerme a escribir compulsivamente esta entrada de blog años después de su inactividad.

En fin. El mundo de la mentira no es el mío. No estoy cómodo. No me desenvuelvo bien. Pero es el que nos ha tocado. Así nos va.