lunes, 28 de julio de 2008

Sobre los coches

Hace no tantos años, me ofrecieron un Citroen ZX. Regalado. "Para lo que me van a dar por él, disfrutalo tú", me decía mi hermano. "Vaya! Gracias!. Pero yo no necesito un coche. Puedo ir a todos los sitios en tren".

Al de unos años, la cosa cambió un poquito. Y surgió otra oportunidad tambien muy interesante. Un BMW 318i, carrocería E21. Diseño de 1979, fabricación de 1981. Precioso. Barato. Nos hizo muy muy buen servicio. Tristemente, despues de año y medio y 40000 kilómetros, las averías empezaban a ser habituales, conseguir repuestos era poco menos que imposible (aun recuerdo un tubo de refrigeración que no había en desguaces, y que en la BMW se rieron de nosotros: nos lo acabó haciendo el fontanero que nos hacía la obra en casa). Todo esto ocurrió muy poco antes de que pudieramos hacerle un seguro de clásico, lo cual tal vez nos habría dado la oportunidad de conservarlo, si hubieramos tenido dónde. Pero... una de las averías hizo que no pasara la ITV (por suerte nada peligroso), de forma que nos tuvimos que animar a cambiar de coche.


Miramos muchos concesionarios, buscando una opción que, dentro de un presupuesto razonable, cumpliera nuestras expectativas: un coche alto en el que no nos diéramos con la cabeza al entrar, diesel, 5 puertas y pequeñito, para poder aparcarlo cómodamente. Redujimos la lista a dos modelos: Opel Agila y Skoda Fabia. Elegimos el opel, fiándonos de la solvencia de lo que nos decían era diseño alemán. Nos equivocamos.

En los 4 años que tuvimos este pequeño monovolumen, nos dió bastantes alegrías. Siempre se ha comportado bien en carretera. Algún disgustillo también, como cuando descubrimos que no tenía ABS, a pesar de que el comercial de la Opel nos había dicho que sí.

Nos compensaron económicamente por ello. Alguna avería en garantía, el servicio postventa respondía muy bien. Se acabó la garantía, las averías siguieron... en fin, algún día contaré los detalles. El final de la historia ocurre en febrero de 2008, en el fatídico km. 15 de la AP68. El coche se para. Huele a quemado. Parar a la derecha, chalecos reflectantes, triángulos. Volver a poner los triángulos porque los camiones los tiran. Llega la grua, lo lleva al taller. El motor está quemado. Son 5000. Es demasiado. En el desguace alucinan "Pero este coche está rematriculado, no? Como que no? Tan nuevo es y se ha quemado el motor?": Seguramente ellos lo arreglarán por mucho menos, porque les sale la pieza más barata, y la mano de obra también. Que lo disfruten.

Nosotros vamos a la Opel, a pedir alguna explicación, alguna responsabilidad. Off the record, un jefe de taller comenta que ese modelo "ha salido malo". Pero, oficialmente, simplemente hemos tenido mala suerte. El modelo no ha salido malo, se cambia por otro más moderno. Opel no tiene la culpa. Nos hemos quedado sin nuestro coche Opel, prácticamente nuevo, y ellos no tienen que responder por ello. Mola. A ellos les mola, por supuesto.

Hemos tenido suerte, y un familiar nos ha regalado un Renault Megane, 13 años, más km que el coche fantástico... pero que nos saca del apuro. Desde aqui lo agradecemos.

Opel acaba de empezar a comercializar el nuevo Agila. Estoy deseando que me llegue la carta del director comercial invitandome a probarlo. Le contestare muy claramente: no necesito probarlo, ya probé el antiguo. Y si el nuevo se quema igual, no me interesa. Y si no, tampoco. Si la Opel quisiera asumir su responsabilidad con un coche que no ha cumplido mínimos de calidad, me regalaría un Agila para sustituir el que se quemó. Así al menos recobrarían el "honor". Pero, como yo ya no quiero un opel ni regalado, lo que haría con el sería plantarme en la Renault y cambiarlo por un Megane (pagando la diferencia).

En fin, mi consejo para el futuro: si vais a comprar un coche, procurad que sea uno muy extendido. Que si descubren un fallo, hayan vendido tantas unidades que les salga a cuenta arreglarlo. Porque, si no... estareis vendidos.

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