miércoles, 20 de octubre de 2010

Para los incrédulos...


Los grandes clásicos de la literatura helena siempre se han forjado de la misma manera: una verdad, más o menos épica, que poco a poco se va recubriendo de capas de metáfora... veamos nuestra epopeya de hoy...

Cuentan las charlas de café, las oscuras leyendas locales, las conversaciones delante de una cerveza, y el Oráculo de Delfos, que vivimos tiempos de cambio. Que en lejanas y extrañas tierra de allende los mares reinan por fin hombres de color. Que los escritos que los humanos atesoran no requieren ya de caballos para ser acarreados, sico que se almacenan en ignotas máquinas capaces de servirlos en la palma de la mano en cualquier lugar del orbe. Y, más aun, que D. (que ya ha aparecido alguna vez en este blog), ha conseguido sacar el carnet de conducir, y no solo eso, sino que además se ha hecho con un coche, un Renault Clio para más señas.

Claro, después de tantos años de espera, hay a quien le han surgido dudas sobre la posibilidad de que tal cosa llegara a ser cierta... llegara a ser siquiera posible (poniéndolo a la altura de grandes mitos, como la Atlántida, el planeta Gaia, o los Aurones...)

Y aquí es donde en esta épica historia puedo aportar mi humilde testimonio, dando fe, sin lugar a dudas más alla de lo que la maladada ilusión haya podido nublar mis sentidos (y los de la cámara de mi movil, que bastante nublada está ya de por sí), de que tal Renault Clio existe, y de que D. es capaz de conducir, con las esperables y absolutamente normales dudas del principiante, pero sin el más mínimo genero de dudas.

Y para que conste, y no pueda dudarse de mis palabras, ni de mis cada vez más limitados sentidos, adjunto una (borrosa) imagen de la máquina en cuestión.



No voy a negar que he escrito esta entrada con un puntito de coña, y bastante guasa. Pero que nadie se enfade, y no perdamos de vista el objetivo último de esta entrada. En absoluto es mala noticia. Y me alegro.

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1 comentario:

Gaearon dijo...

Tal y como lo cuentas, las sirenas han liberado a D. quien al fin pudo llegar a las tierras de Ítaca (digo, de Clio).
Enhorabuena a los premiados, por cierto. :D