lunes, 15 de septiembre de 2008

La Perversidad de los objetos inanimados

Ley de la Perversidad de los Objetos Inanimados. Todo objeto inanimado, independientemente de su composición o configuración, puede producir en cualquier momento, de un modo totalmente inesperado y por razones que permanecerán siempre oscuras y misteriosas, actos perversos en contra de nuestros deseos y proyectos.

Formulada como una de las leyes que rigen la vida, la naturaleza, y en particular la informática, (las llamadas leyes de Murphy), la ley de la perversidad de los objetos inaimados nos enseña cómo cualquier objeto, por insignificante que sea, nos puede fastidiar el día. Extrapolado a la informática, cualquier elemento software o hardware nos puede fastidiar el día. y además preferentemente varios de ellos se aliarán para conseguirlo.

Entre el viernes y hoy he tenido una sucesión de hechos encuadrables en esta ley. Hoy lunes, a las 8 de la mañana, tenía que tener listo e imprimido un documento que necesitaba. El trabajo de imprenta tenía que entregarse el viernes a las 13:00 para que lo pudieran hacer antes de las 14:00 que cerraban.

Mi programa editor de documentos se colgaba reiteradamente. El ordenador completo se reinició unas 3 veces en una mañana.  Por dos veces dejó de funcionar la red junsto cuando necesitaba datos que no tenía en local. 

A pesar de todo, conseguí terminar la documentación con sólo un ligero retraso. Ubiquemonos en las 13:20. El contenido está completo, solo queda pasar a pdf, meterlo al pendrive, y llevarlo a imprenta. Impresora PDF... "el programa ha efectuado una operación no válida y se apagará". Otros 20 minutos para reinstalar el programita de marras. Pinchar el pendrive... y no funciona. Empezar a conectar y desconectar USBs como quien desactiva una bomba. Pero ya da todo igual. Son las 14:05 y la imprenta está cerrada. Tendré que inventarme algo. Por primera vez en mi vida, descargo mi frustación dándole un soberano puñetazo a la CPU. Que es que se lo ha ganado, vaya. Evidentemente, reacciona de la peor manera posible: se apaga, y no se vuelve a encender. Darle al boton. Apagar y encender del inetrruptor trasero. Desenchufar y enchufar. Nada. No se enciende. Voy a descargar la frustración dandome un festín de comida guarra que no me conviene en absoluto.

Por la tarde, saco el disco duro, lo meto a otro ordenador y rediseño el trabajo para poder imprimirlo en una impresora local y que aun así quede digno. Lo imprimo, y dejo la encuadernación para hoy a la mañana.

Madrugón. Llego a mi despacho a las 7:00, con un margen de una hora para encuadernar. Voy haciendo. Esto va bien. Pero... dónde esta la página 2? Si solo hay 2 copias y eran 9! Vuelvo a la impresora. Se atasca. La desatasco. La cubierta que he tenido que abrir para desatascar, no se abre. Estupendo. 15 minutos para conseguir cerrar. Ya con la página que falta, vuelvo a encuadernar. Vale. Esto va bien. Y aun me queda un cuarto de hora. De repente, la máquina de encuadernar, hacer un ruido sorprendentemente suave. Se ha quedado sin "municion". Faltan 10 minutos para la hora H, y aun me faltan 4 ejemplares por encuadernar. Esto es increible!!! Pueden pasar más cosas? Voy al armario de suministros, cargo metal y termino las encuadernaciones. 

Son las 8:03. He llegado prácticamente a tiempo. Y eso que he tenido que luchar contra los elementos... 


1 comentario:

Gastón Murfi dijo...

te comprendo, esta ley se suele dar especialmente en casos de impresión de documentos. y mientras más urgentes sean con más probabilidad suceden.