viernes, 11 de septiembre de 2009

Argumentos 'ad hominem'

Llevo muchos años participando en foros de internet, y en debates privados fuera de la red. Y, en este tiempo, he desarrollado una pequeña capacidad para saber cuando he de abandonar el debate. Por las buenas, cuando los debatientes nos damos cuenta de que, finalmente, estamos de acuerdo, y no nos queda nada que debatir. Por las malas, cuando el debate rota hacia los argumentos 'ad hominem', es decir, cuando se dejan de criticar ideas para pasar a criticar personas.

Cuando alguien se queda sin argumentos hasta el punto de tener que llamarme 'fascista', 'intransigente', 'vendido', 'snob' o 'niñato sin criterio', o incluso tener que leer 'eres un mentiroso como tu padre' (viniendo de alguien que no me conoce a mi ni a mi padre), es evidente que ha llegado el momento de abandonar el debate, dado que yo no estoy ahí para que me insulten (huelga decir que todos los ejemplos son reales).

Sin embargo, vengo comprobando que en algunos casos hay gente que simplemente no entiende, o no tiene muy clara esta distinción entre la crítica de las ideas y la crítica de las personas. Además, en ambos sentidos. Por un lado quien después de insultarme, y consecuentemente retirarme yo del debate, critica esta retirada, negando el insulto o insinuando que estoy obligado a soportarlo porque simplemente es parte del debate. Por otro, quien no soporta que se rebatan sus argumentos, y por no dejar que su perorata sea tomada como pensamiento único, empieza a decir que se le está insultando, y que se está cohartando su libertad de expresion (pues mira, majete, yo tengo la misma libertad para expresarme que tu, y si no te gusta, de lo tuyo comes). O bien, el caso de un amigo (lector para más señas, y que apuesto que algo comentará) que, después de que alguien ha enjuiciado un escrito suyo (tildándolo de inaceptable por unos adjetivos vertidos en el primer párrafo) contesta diciendo 'me ponen a parir'. Y desde el cariño le digo: no, no te equivoques. No te han puesto a parir a ti, la crítica iba dirigida hacia tu escrito. Con argumentos erroneos, cierto... pero solo enjuiciaba tus ideas, no a tí. Y eso, a priori, debería de ser válido.

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